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viernes, 31 de mayo de 2013

A veces vuelven (cuento)

Este relato resultó ganador en el Certamen Literario de Cuentos “Horacio Quiroga” (2013) [2da mención de honor] y obtuvo el Primer Premio en el XXXIV CERTAMEN LITERARIO del Club Mendoza de Regatas en 2022, bajo el título "Se vuelven contra nosotros"

***

A veces vuelven 
Luciano Sívori


Me giré al escuchar sus pasos. No puedo asegurar qué es lo que le ha ocurrido a este cuento. Comenzaba bien, dentro de lo que uno consideraría “normal”: seguía las reglas de la gramática castellana, con una prosa clara y palabras sencillas. No redundaba en detalles innecesarios, poco trascendentes. Trataba con una única emoción, como sabía aconsejar Poe a la hora de escribir un relato corto. En mi caso era la frustración de un hombre cuyo cuento se le rebela, lo desobedece.

¿Pero por qué escuchar las recomendaciones de Poe? Un hombre que, al fin y al cabo, hizo trampa. Su habitación no estaba cerrada de forma hermética. Gastón Leroux  lo arregló, su cuarto sí era impenetrable. 

Mi cuento también cerraba en todo sentido. Era perfecto. Tenía una “pistola de Chejov” lista y cargada, que iba a generar un mejor efecto con su sorprendente final. En mi caso era una olla de agua caliente, que aparece haciendo ebullición en el tercer párrafo y se vuelve fundamental para el desenlace.

Llegando a la mitad, el cuento mostraba todas las señales clásicas de un final al estilo “twist ending” (como ahora lo llaman) que está tan de moda. Un giro argumental en las últimas líneas, abrumador, que dejaba la piel de gallina y una sensación de desasosiego en el alma. Aquel sentimiento de horror y perturbación que tienden a generar los eventos clasificados como “incontrolables”.

A partir del cuarto punto y aparte las cosas se pusieron muy raras, casi surrealistas. Las Reglas… de la… gramática, parecieron; tomar. [El control]. Pormomentosla barraespaciadora sepegaba. Para peor, las insignificancias del relato que está aconteciendo se bifurcan en senderos de un jardín que deja un halo de sobriedad estrecho, tan estrecho que mantiene, y da paso, de forma casi efímera, a un plano más allá del propio entendimiento humano. 

Lo lógico sería pensar que un virus entró en mi computadora, pero mis instintos primales de escritor de ciencia ficción me llevan a pensar otra cosa. Creo fue una distorsión espacio-temporal la responsable de que, ni bien puse punto y aparte, el cuento no hiciera otra cosa que cobrar vida. A escribirse a sí mismo, alimentándose de mis propios pensamientos.

Abandoné esa idea como si fuera propia de un loco y dirigí mis pies hasta la cocina mientras reflexionaba. Supongo que no existe el cuento perfecto. Somos esclavos de nuestras creaciones. Tarde o temprano quieren seguir su propio camino, muchas veces distinto –y hasta opuesto– al que nosotros pretendíamos. ¿En qué punto abandonamos la lucha y nos entregamos a sus propósitos? Ya está ahí, no se puede borrar.

Somos esclavos y responsables de aquello que concebimos. ¿Y ahora mi cuento cobró vida? No puedo confirmarlo, pero ahí estaba yo, en la cocina, preparándome unos spaghetti al filetto de cena cuando percibí aquellos ruidos de pisadas. Vivía solo, así que he de confesar que me sobresalté de forma desmedida. 

¿Podía ser él? ¿Mi propio texto acechándome?

Me giré al escuchar sus pasos, y en mi torpeza golpeé la olla de agua hirviendo. Sentí el ardor en mi espalda a medida que el agua se desparramada. Caí como plomo al suelo y así quedé, inerte, durante unos segundos. Los ruidos se hacían cada vez más fuertes y cercanos. Cerré los ojos, incapaz de seguir mirando.

***




martes, 28 de mayo de 2013

“A puerta cerrada” (obra dramática, 1944)



Autor: Jean Paul Sartre (Francia)
Género: teatro / obra dramática en un acto
Leído: última vez en Bahía Blanca, 2013

"El infierno son los otros" es quizás una de las frases más populares (y más incomprendidas) de Jean-Paul Sartre. Sartre siempre fue uno de mis filósofos preferidos, y su existencialismo es –para mí– una forma de vivir. Pero de eso hablaré en otra nota.

Hoy es el turno de una de sus obras de teatro más interesantes y que personalmente me encanta: “A puerta cerrada” (No Exit).

Sartre fue soldado en la Segunda Guerra Mundial. Esa experiencia lo escandalizó y forjó varias de sus posturas filosóficas. Luego se hizo académico e intercaló sus ensayos con obras de ficción que hacían de “excusa” para exponer sus teorías. Así, en “A puerta cerrada”, el filósofo ofrece una idea diferente: el infierno como una habitación donde tres desconocidos son condenados a vivir eternamente bajo la mirada del otro, sin poder dejar de escuchar lo que el otro dice por más que tapen sus oídos.  

No hay torturas ni verdugos, solo ellos obligados a permanecer allí por toda la eternidad. Mientras tanto, presencian cómo el mundo los va olvidando más rápido de lo que creen.

Quien no lo haya leído, les dejo el link. Les aseguro que es excelente: http://bit.ly/117FcHZ

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#SpoilerAlert: ¡Aclaro que mi pequeño análisis puede llegar a arruinar partes de la trama a un lector desconocedor de la obra!

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Inés, Estelle y Garcín son las almas condenadas a esta sala sin salidas, y pronto se convierten en meros símbolos de algo más universal. A través de ellos, Sartre muestra la condición de la sociedad en la que vivimos inmersos. Ellos han cometido horribles pecados (que la obra revela poco a poco) pero la verdadera causa es más profunda y definitiva: Garcin es un canalla y un cobarde, Inés es sádica y manipuladora, Estelle es netamente egoísta.

Hay muchísima tela para cortar en las pocas páginas de esta historia. “La mirada del otro” es quizás uno de los elementos más interesantes. Se parte de la idea de que la mirada del otro es aquella que desnuda, muestra la realidad del ser. A partir de ésta, el individuo es juzgado o condenado. No poder pestañar, no poder dormir… y ser constantemente juzgado por la mirada del otro, aquel es el verdadero infierno que cada uno vive día a día.

… Y sin embargo, cuando en un momento de la historia se abre la puerta, ninguno se anima a irse sin el otro. No quieren o no pueden. Es ahí cuando descubren porque el verdugo nunca apareció. El verdugo ES el otro.

“El Infierno en sus miradas, su presión implícita, en esas pupilas vibrantes…”

Es genial cómo se molestan hasta límites inimaginables. Es recién al final donde se llega a la icónica frase (que resume el leitmotiv de la obra): “El infierno son los otros”. Y además es sorprendente, gracias a algunos elementos de suspenso y narrativos bien logrados (una muy interesante “Pistola de Chejov”, entre otros).

Inés es definitivamente mi personaje preferido. Una trabajadora postal lesbiana cuyo pecado es la manipulación. Ella parece ser el único personaje capaz de entender el poder de la opinión y el único personaje honesto con relación al mal que ella misma, Garcín y Estelle han hecho. 

De todas formas, el pecado “Sartriano” de Inés está impregnado en su esencia: ella se reconoce como un ser “maligno”, y bajo esa excusa decide no tomar decisiones.

Hay muchísimo simbolismo plagado en la obra. El espejo (o mejor dicho, la falta de uno) es uno particular. Estelle no dejaba de mirarse cada mañana, incluso para confirmar que existía. 

En el infierno de cuatro paredes, los tres tienen solo al otro como peculiar forma de reflejarse. Otro gran elemento simbólico es el Infierno. En el pensamiento existencial de Sartre la vida es un Infierno lleno de absurdos y de “la nada”.

 “A puerta cerrada” funciona como un comentario social y filosófico de la sociedad que nos rodea (y en particular de París durante la Segunda Guerra Mundial). El escenario es el laboratorio perfecto para estudiar a tres individuos separados  del mundo. Sartre brillantemente revela que el infierno es un estado mental y no un lugar específico. 

El concepto de “los otros” como reflejo indispensable en nuestra vida, nos confronta revoltosamente a contextos poco conocidos de nosotros mismos. No hay lugar más aterrador que aquel que nos desnuda, nos enfrenta con nuestras debilidades.

“One always dies too soon - or too late. And yet one's whole life is complete at that moment,
with a line drawn neatly under it, ready for the summing up. You are - your life, and nothing else.” 

(Inés en “No Exit” –Jean Paul Sartre)

martes, 21 de mayo de 2013

La verdadera finalidad del arte


Hace poco hablaba del Deus Ex Machina y mencionaba a Matrix. Hoy lo recuerdo nuevamente pero desde otro punto de vista: el simbólico. Gran parte de la historia original (hablo de la primera entrega) tiene que ver con Morpheo enseñándole a Neo la verdad sobre el mundo.

Él, al tragarse la pastilla roja, abre los ojos por primera vez y entiende lo que realmente somos: alimento para las máquinas, un simple paquete, un producto, una pila. Neo se adentra en el agujero de conejo para conocer los verdaderos misterios de la humanidad.

Me pareció una idea acorde para el tema de este post. Cuando nuestras acciones llegan a ser habituales se transforman en automáticas. Nuestros hábitos se refugian en un medio tan inconsciente como automático. ¿Cuántos de nosotros recordamos lo que es estar enamorado?

 Yendo un poco más lejos, ¿cuantos podemos reconstruir lo que se siente dar un primer paso (literal), tocar una cuchara por primera vez o empezar a hablar?



Al examinar las leyes con las que percibimos, no es muy difícil darse cuenta que vemos al mundo en piloto automático, igual que lo hacía Neo al comienzo de la película. Las leyes de nuestro discurso cotidiano, con sus frases inacabadas y sus palabras pronunciadas a medias, se explican por este proceso de desautomatización.

Me refiero a un proceso cuya expresión ideal es el álgebra, donde cada objeto ha sido reemplazado por un mero símbolo. Dicho objeto pasa justo al lado nuestro, pero como dentro de un paquete; sabemos que existe a través del lugar que ocupa, pero no vemos más que su superficie.

Cuando la vida compleja de tanta gente se desenvuelve inconscientemente, es como si esa vida no hubiese existido. La automatización devora los objetos, los hábitos, las acciones de cada día. Para dar sensación de vida, para sentir los objetos, para percibir que “la piedra es piedra”, y lo que se siente al sostener una cuchara por primera vez, existe eso que se llama arte.


En este punto creo que es importante aclarar: esta gran filosofía no se me ocurrió a mí, sino al padre del formalismo ruso: don Viktor Shklovsky. En su libro, “El arte como artificio”, sienta las bases de esta teoría que ahora les resumo.

Para Shklovsky, la verdadera finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento, una idea que me fascinó cuando la leí. El arte, en todas sus formas, es un medio de experimentar el devenir de ese objeto. El trabajo que realiza el escritor se propone “brindar una obra que presente la realidad de manera novedosa, a partir de relaciones que no son las habituales”.

A través de este pequeño proceso de “extrañamiento” (darle un giro a lo que conocemos como realidad) procura que el lector desautomatice su percepción de la realidad. Así, la lengua utilizada en los textos literarios sería una lengua intensificada, que se desvía de los usos cotidianos y referenciales, y que estaría elaborada intencionalmente para lograr cierto efecto.



Por eso creo yo que la gente que se relaciona de alguna manera con el arte (escribe, dibuja, sabe mucho de música o cine, baila o actúa, etc.) tiene un poder de observación mayor. Detecta cosas que el común de la gente no, ergo: es muchísimo más interesante.


Uno de los medios para liberar al objeto del automatismo perceptivo, según el autor, es el aplicado por Tolstoi en muchas de sus obras: la singularización. Este consiste en no llamar al objeto por su nombre sino en describirlo como si lo viera por primera vez y en tratar cada acontecimiento como si ocurriera por primera vez.

Por ejemplo, podríamos singularizar la noción de látigo como: “(…) desnudar a la gente que ha violado la ley, hacerlos caer y azotar las nalgas desnudas”.

León Tolstói (el famoso autor ruso de obras como “Guerra y Paz” y “Anna Karenina”) utiliza constantemente este método de la singularización también en “Jolstomer” donde el punto de vista es el de un caballo y los objetos son individualizados por la percepción otorgada por el animal, no por la nuestra.

Estoy seguro a  Shklovsky la filosofía detrás de Matrix (más allá de ser un producto puramente comercial) le habría parecido fantástica. Él, como Neo, no habría dudado ni un segundo en ingerir la pastilla roja y dejar –de una vez por todas– el mundo de los sueños.

Si esta nota les gustó, la próxima… ¡les va a encantar! =)

¡No se olviden de dejar un comentario antes de irse!

jueves, 16 de mayo de 2013

“Deus Ex Machina”: el recurso de los mediocres


Supongamos esta historia: el frenético drama de una familia, con un padre abusivo y golpeador a la cabeza y una serie de interesantes conflictos entre los personajes tratados con suspense y realismo. La tensión va siempre en aumento hasta que, sobre el final, el bebé resulta tener poderes y hace explotar al padre (resolviendo el conflicto mayor de manera mágica). Esto es lo que se conoce como un final a los “Deus Ex Machina”.

Estamos hablando de cuando la trama se resuelve a través de un elemento, personaje o fuerza externa que nunca haya sido mencionado con anterioridad y nada tenga que ver con los personajes ni la lógica interna de la historia (como bien afirma esta excelente nota).


En lo cotidiano, los lectores lo llamamos “final WTF” o directamente “final de mierda”. Nos pasó con LOST, donde #SPOILERALERT# al final era toda una batalla de Dioses (¿?) y con tantas películas. Los autores sin demasiada imaginación lo usan para terminar la historia de forma abrupta al no disponer de las herramientas para dar una mejor explicación (y querer forzar el final feliz).

La ficción es –o debería ser– un pacto de caballeros entre autor y lector, un juego tácito donde el segundo acepta una sucesión de códigos (pactados desde un principio) y sigue leyendo bajo esas circunstancias (por más bizarras que sean). En ese sentido, los “Crímenes de la calle Morgue” hizo trampa… una que nunca es bien vista (su cuarto no estaba realmente cerrado). Es engañar al lector (o al espectador, también) de forma tonta e inverosímil. Algunos entienden el final de Caperucita Roja (leñador llegando oportunamente a salvarla) y las convenientes águilas de Gandalf en “El Retorno del Rey” como recursos “Deus Ex Machina”.

Este atajo para solucionar los conflictos, que enfada y decepciona, tiene sus raíces en la antigua Grecia. Allí la cosa era literal: se utilizaba cuando, en el teatro, una grúa (machina) introducía una deidad (deus) proveniente desde afuera del escenario para resolver una situación.

Para evitarlo, las técnicas literarias indican utilizar recursos como el “planting and pay off” (qué tan bien creo que utiliza J.K. Rowling) o  el “presagio” (foreshadowing), que es otra manera sutil de evadir externalidades. La famosa Pistola de Chejov es otro gran instrumento que me parece fabulosa. Propone introducir una “pistola cargada” (elemento que será clave para el desenlace) en el primer acto, únicamente si va a ser disparada en el final.

“En el primer acto haz enganchado una pistola en la pared, en el segundo acto dispara con ella.
De otra manera no la uses.” (Anton Chekhov)

Al parecer, los hebreos, usaron muchos Deus Ex Machina en su Best Seller "La Biblia", aunque ellos los llamaban milagros (la vieja excusa "… así lo quiso Dios") =)


El cine tiene su buena cantidad de finales “Deus...”. Recordemos la kriptonita verde de Superman II (¡o volar tan rápido para volver en el tiempo en la primera!), la PowerBook 5300  de Día de la Independencia, el agua (en “Señales” y “La guerra de los mundos”) o la supercomputadora de Matrix: Revolutions (sí, se llamaba Deus Ex Machina). Ante este tipo de finales, la reacción del público es: “¡Devuélvanme mi dinero!” o, a veces, peor aún (“Quiero matar… quiero matar”)



“Y entonces, cuando todo parecía estar perdido, un...este...
¡Rayo de energía mágica los salva a todos!
Fin.”

(Claro ejemplo del Deus Ex Machina)


  Si la nota te gustó, déjame un comentario. ¿Qué otros finales Deus Ex Machina se te ocurren? ¡Saludos!

viernes, 10 de mayo de 2013

Una interpretación informal de “La Pata de Mono”


Uno de los cuentos de terror fantástico más perfectos. Estamos hablando del más famoso de W.W. Jacobs, la clásica historia donde la pata de un mono muerto actúa como un talismán que cumple, a quien la posea, tres deseos. Claro que cada deseo llega con un enorme precio.

Quien no conozca la historia (o quiera recordarla) se las adjunto en este link. O… si prefieren, pueden disfrutar del relato hablado por el escritor argentino Alberto Laiseca que es una maravilla (link al final).

► En este post haré un pequeño análisis donde quizás se arruinen algunas partes fundamentales de la historia.

Siempre me pareció que era un relato hecho para ser representado en teatro, en una pequeña obra de tres actos.

Como sea, tuvo tanto impacto que fue adaptado en teatro, radioteatro y televisión en repetidas ocasiones. Dicen que fue una de las inspiraciones de “Cementerio de Animales” (de Stephen King). Los Simpsons tienen un episodio propio que es parodia del cuento (especial de Halloween III). También, este relato fue incluido en la famosa “Antología de la literatura fantástica” de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.  

“La dimensión desconocida” (serie que adoro) tiene, a su vez, una versión modernizada de esta historia… donde se reemplaza la pata de mono por una misteriosa caja.


Jacobs fue un adelantado del relato fantástico, generando situaciones que parten de algo “ordinario” para presentar un giro que desencadena el horror. Sus historias presentan a hombres racionalistas, que usualmente se burlan de lo sobrenatural, desafían a los espíritus o pasan la noche enmansiones embrujadas


Sus relatos son una trasgresión directa de lo cotidiano que abruma desde las primeras líneas.

En “La Pata de Mono”, un elemento mágico ingresa en la cotidiana dinámica de los protagonistas. Pero para poder entenderlo como “extraño”, el autor primero nos presenta los aspectos de la “normalidad”: las pautas de la estabilidad.

Para cuando aparece la temática de los tres deseos, a nosotros mismos nos resulta estrambótico porque ya nos hemos acostumbrado a esa estabilidad. Es importante recordar que la idea de “los tres deseos” aparece, por primera vez, en la literatura universal con Aladdin (“Las mil y una noches”).


Allí se presentan las posibilidades de alterar las condiciones del hombre frente a su destino.  Al abrir la posibilidad  a lo imposible, se experimenta el vértigo, la adrenalina, la duda y la apuesta por las consecuencias. El hombre se adentra de lleno en la incertidumbre de lo desconocido.

Es en este límite entre dos mundos (lo fantástico y lo mundano) donde se desarrolla la trama de La Pata de Mono”. La curiosidad de saber si es efectiva o no es otro de los rasgos del hombre que se despiertan ante lo físicamente imposible.

La estructura de los deseos funciona manera dependiente, donde el resultado del primero moviliza al segundo y luego al tercero (en un ciclo que intenta volver a restablecer la normalidad). Al final, solo el primer deseo prevalece, y los otros dos desperdiciados, cancelándose entre ellos para prevenir un horror mucho mayor.

Algo interesante del cuento es que la motivación del protagonista no es impulsada por los bienes materiales, sino por la necesidad misma de poseer al destino por el cuello. El desenlace (abierto) es lo que más me fascina. Está concebido para que el lector pueda suponer el final, pero no está explícito.


Hay mucho (muchísimo) para contar sobre este cuento, pero haríamos de un pequeño post algo innecesariamente largo. Me quiero quedar con esta idea: un cuento que juega con el hombre frente a la incertidumbre de lo imposible. ¿Quién no caería, al fin y al cabo, en la tentación de pedir un pequeño deseo y ver qué pasa?


Si te gusto el post, háganmelo saber con un comentario. ¡Hasta la próxima!

martes, 7 de mayo de 2013

“Un verano para recordar” (mi primera novela)


Soy Ingeniero Industrial y vivo de mi profesión, pero mis verdaderas pasiones siempre fueron la escritura, el cine, la filosofía y los libros. Por eso comparto notas literarias, cultura y reflexiones cinéfilas a través de mi página en Facebook (https://www.facebook.com/sivoriluciano) y en mi blog (http://viajarleyendo451.blogspot.com.ar/).

Hoy quiero contarles una historia muy personal: la publicación de mi primera novela. Quiero contarlo de esta forma, directa y sincera, porque es un motivo de muchísimo orgullo, y algo que me llevó muchísimo trabajo. Escribir es un trabajo muy solitario, pero –en mi caso– hubo un sinfín de personas que me ayudaron durante mi odisea.

¿De que trata la obra? 

“Un Verano para Recordar” es una novela corta, ambientada en la Argentina contemporánea. Nicolás, un ingenuo y soñador joven de 19 años, está convencido de que Señales del Universo lo han conducido hasta Puerto Madryn para encontrar a su alma gemela.  



Agustín y Pablo, sus dos mejores amigos, deciden acompañarlo. Parece ser una misión sencilla, pero cuando algunos secretos empiecen a revelarse, la realidad los volteará como piezas de ajedrez poniendo en peligro su amistad e, inclusive, sus propias vidas. A fin de cuentas: todos siempre tenemos algo que esconder. Especialmente un enigmático personaje, el Viejo Cansado, que sigue al trío muy de cerca y parece saber demasiado acerca de cada uno de ellos.

No les cuento más porque no quiero revelar toda la trama. Si les dejo, como regalo, el primer capítulo en PDF para que me puedan contar qué les parece.

Contacto”, el primer capítulo de “Un verano para recordar”: http://bit.ly/10mEc3T

Según me dijo mi editor “la novela enlaza hechos de la cotidianeidad con efectividad literaria”. La realidad es que traté de armar una historia atrapante y amena, que pueda leerse de forma ágil y que invite a la reflexión. Hay, en su trama,  varios elementos sociales contemporáneos referidos a la juventud (exclusión, desatención emocional, ruptura de hogares, relaciones familiares, sociales y sexuales…), y da espacio para la intervención de ciertos aspectos que se esbozan como paranormales, pero sin definirse como tales.

Me pareció interesante agregarle un mero trasfondo filosófico, casi existencial, a la historia y adornarla con algunos elementos narrativos interesantes como el flashback y un desenvolvimiento cronológico fracturado (a través de sus 10 capítulos). La tensión va en aumento hasta un sorprendente final (para algunos, metaficcional), donde todas las piezas del rompecabezas terminan por encajar.

Luego de mucho buscar, la editorial de mi universidad (EdiUNS) se interesó en mi obra por los aportes que genera y decidió ayudarme a publicarla. Es una opción más que interesante porque la editorial, de conocido prestigio a nivel nacional, va a llevar mi libro a recorrer distintas ferias tanto en Argentina como en el Extranjero.

=> La fecha oficial de presentación del libro será el próximo 6 de junio, en la ciudad de Bahía Blanca. A partir de allí, mi obra comenzará a dar vueltas por el mundo esperando, ansiosa, algún curioso lector que quiera leerla. <=


Es muy posible que la obra esté disponible también en forma de E-BOOK, pero eso se los confirmaré más adelante.

Hoy en día sigo escribiendo mi blog y algunos cuentos, mechando estos hobbies con el día a día laboral, y estoy confeccionando una segunda novela que me tiene muy entusiasmado. No hay nada más lindo que poder dedicar nuestro tiempo libre a aquello que nos hacer sentir bien, felices y realizados. Dedico esta nota a todos los que me apoyaron para la confección de uno de mis más anhelados sueños. Escribir es “eso” para mí. Escribir me hace feliz, y que la gente me lea multiplica, aún más, la felicidad.

¡Un saludo muy grande a todos y gracias por seguirme!

viernes, 3 de mayo de 2013

El jardín de senderos que se bifurcan (cuento, 1941)



Hombre de salidas elegantes, ingenioso y misterioso, Borges fascinó por años al mundo entero con sus cuentos intrincados de los que se podía hacer tantos análisis como pasillos tiene un laberinto.

Ya era hora de que Jorge Luis Borges tuviera un post en mi blog y no solo una breve mención. Estamos hablando de quien trajera el ultraísmo a la argentina, del creador de innumerables clásicos literarios de géneros indescifrables: “El Aleph”, “La Muerte y la Brújula”, entre tantos otros. ¿Cuentos policiales? ¿Fantásticos? ¿Existenciales? Quizás todo eso, o quizás algo totalmente distinto. Un hombre que cuando le preguntaron: “¿se da cuenta que es usted uno de los grandes escritores del siglo?”, respondió: "Es que este ha sido un siglo muy mediocre". Hombre hábil para el retruco, que consideraba “poco inteligente” a quien amaba el fútbol. De ese Borges hablamos, y un post no alcanzaría a tomar toda su grandeza.

Por eso hoy voy a centrarme en uno de sus grandes clásicos. «El jardín de senderos que se bifurcan» fue escrito en 1941 y se convirtió en la primera de sus obras en ser traducida al inglés (salió en el Ellery Queen's Mystery Magazine de 1948). Se trata de un cuento muy loco porque funciona como argumento policial y como ensayo filosófico; aunque quizás debiera leerse como un relato de espionaje más que un policial.

Yu Tsun, el espía y protagonista de la historia, tiene que cumplir una difícil misión para los oficiales alemanes. Acosado por el implacable irlandés Richard Madden, escapa buscando al sabio sinólogo Stephen Albert, con un propósito que solo se revela en las últimas líneas.

Una vez en Ashgrove (lugar donde reside el sabio Albert), y por obra de una fortuita coincidencia borgeana, Yu Tsun se entera de la historia de su antepasado, un astrólogo chino que se había propuesto dos tareas inconcebibles: construir un laberinto infinitamente complejo y escribir una novela.

No quiero revelar más de la historia porque es, ciertamente, maravillosa. Mejor léanla:

Les dejo “El jardín de los senderos que se bifurcan” en PDF: http://bit.ly/166NcNg

“El jardín de senderos que se bifurcan” es uno de sus cuentos más representativos y valorados por el ingenioso entretejimiento de sus eternas ideas filosóficas (los espejos; la identidad del hombre con sus antepasados; el laberíntico carácter del mundo; la inmortal simultaneidad del pasado; etc.) junto a los ingredientes del cuento detectivesco: el misterio, la persecución, el suspenso y el castigo del criminal. 

Borges proponía una relación entre lo mundano y lo maravilloso en la solución de los enigmas detectivescos. Esta idea (para muchos: “chestertoniana”) tiene, en este cuento, un tono bastante peculiar. Recordemos que el detective de Chesterton (el famoso Padre Brown) primero se encontraba con una explicación maravillosa, casi mágica, de los hechos, para luego introducir una pragmática, devenida de la razón.  

Como en las aventuras de Holmes, Borges desafía vilmente al lector a una competencia intelectual. Partiendo de una trama policial simple, el autor teje un laberinto en el que trata de perder al lector. La propia discusión filosófica (casi existencial) tiende a distraer la atención del lector de la verdadera misión de Yu Tsun



Pero ya lo dijo Adolfo Bioy Casares: “Se trata de una historia policial, sin detectives, ni Watson, ni otros inconvenientes del género, pero con el enigma, la sorpresa, la solución justa, que en particular puede exigirse, y no obtenerse, de los cuentos policiales”.

Solo al final se descubre el propósito del viaje a la casa de Stephen Albert. Sin embargo, las divagaciones son importantes porque contienen las ideas básicas de la filosofía de Borges, como ya dijimos. Para la exposición de las mismas, se emplea un estilo que parece más propio del ensayo. En efecto, algunos de sus cuentos podrían rotularse como tales. Muchos críticos han realizado estudios astronómicos a partir de las pocas hojas que tiene el cuentito.

En lo personal, la trama me voló la cabeza por lo bizarro, lo “fuera de lo ordinario”. Las divagaciones filosóficas de los protagonistas son tremendas. Pero además, hay mucho simbolismo que es interesante para examinar. Sin ánimos de “spoilear” (arruinar) la trama, tomemos a los dos protagonistas. Yu Tsun y Stephen son espejos dentro de un jardín laberíntico: idénticos pero opuestos, reflejos invertidos. Yu Tsun es un espía (agente de guerra), chino en Inglaterra y se convierte en aprendiz de Stephen Albert, quien es, a su vez, misionero (agente de paz), inglés que vivió en China y se convierte en maestro del primero.


El final es fantástico porque es totalmente lógico y estaba “plantado” desde un principio. Quien sigue bien las pistas puede, incluso, deducirlo antes de tiempo (¡no fue mi caso!). El propósito hay que armarlo como un rompecabezas, y las piezas están todas presentes en el relato. El cuento parte de ese juego. Primero nos dirigimos por una vía unívoca, la historia del espía descubierto… pero pronto encontramos una disyunción, una bifurcación: 'la huida' o 'el plan' (recuerden que el protagonista está siendo acechado por Richard Madden). Allí nos adentramos por otra ruta que nos conduce a un amplio jardín simbólico, que posee varias salidas. Este jardín es la dimensión simbólica que en el texto surge a partir del encuentro y la conversación metafísica entre Yu Tsun y Stephen Albert.

   

Borges ha escrito varios cuentos que se destacan por la variación de las reglas generales del género y la innovación. En “El Jardín…” eligió la situación del criminal por encima de la del detective, por ejemplo, y el relato se desarrolla como una trampa, construida de manera que el lector se pierda si no está atento. ¡Un gran cuento que les recomiendo mucho! <=
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