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lunes, 8 de agosto de 2016

La excentricidad y lo raro en “John Dies at the End”


Entre las películas más bizarras que vi en mi vida, John Dies at the End (2012) se encuentra entre los primeros puestos.

Se trata de la adaptación a la pantalla grande del libro homónimo. El protagonista (y autor de la novela) es un tal David Wong, el pseudónimo que utiliza Jason Pargin, uno de los editores de Cracked.com (a mi parecer, el mejor). 

Comenzó a escribir la novela por partes en su blog y luego la compiló. Su secuela (This Book is full of Spiders) ya la comenté en una entrada anterior del blog.

Cuando comienza la historia, un perdedor que abandonó la universidad (David Wong) le está contando su historia a un reportero (el genial Paul Giamatti) en un restaurant chino. David le revela que en este mundo existe una salsa (la “soy sauce”) que brinda poderes psíquicos y la posibilidad de ver a intrusos interdimensionales que están empecinados en conquistar nuestra realidad.

Ah, faltó aclarar que John Dies at the End fue dirigida por Don Coscarelli, célebre por hacer películas absolutamente delirantes que parecen sacadas de la mente de un esquizofrénico.

***

Vale aclarar que se revelan partes importantes de la trama, así que #SpoilerAlert.

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El barco de Teseo, ¿con zombies?

Hay muchas cosas que me gustan de esta película, comenzando por la primera escena, que ya establece el tono que va a tener la historia.

El prólogo de la película es una variación moderna de la antigua paradoja filosófica sobre el barco de Teseo. David (Rob Mayes) está decapitando a un hombre con un hacha, pero el mango se le rompe. Más tarde lo cambia por otro, y cuando el mismo tipo vuelve como un cuerpo reanimado para atacar a David, el zombie le dice: “esa es el hacha que me decapitó”, a lo que el otro mira directamente al espectador y pregunta: “¿tiene razón?”.


La escena parafrasea a la clásica paradoja que se pregunta si cuando a un objeto se le reemplazan todas sus partes, éste continúa siendo el mismo. ¿Es la misma hacha si tiene un mango diferente? Hay quienes piensan –filosóficamente hablando– que somos una persona diferente a la que fuimos ayer y a la que seremos mañana, porque todo el tiempo están muriendo células de nuestro cuerpo que son reemplazadas por otras.

Esta primer escena ya denota que estamos hablando de una cinta poco convencional que va a mezclar el terror y el humor con cuestiones insólitas y existenciales.

¿John muere al final?

Guarda con el spoiler: NO, John no muere al final. A mitad de la historia parece que va a hacerlo, pero finalmente mejora (y bastante rápido). El título es también una de las cosas atractivas de la historia. Su sencillez parece querer ahorrarse la trama revelando el final, sólo para concluir con que eso no pasa. Todo es así de ridículo en esta cinta.

El tema acá está en definir qué significa realmente “morir”, y qué considera uno como “el final”. Sí, en el final de su vida, evidentemente John va a morir (como, básicamente, todos los mortales). No muere en el desenlace de la película, pero, de nuevo, no es realmente el final de su historia. La última escena parece indicar que su aventura recién comienza.

De acuerdo con la película, el tiempo es un océano, no una manguera de jardín. En ese sentido, no podemos afirmar exactamente dónde terminar el inmenso océano. Lo que es más, la misma primera escena (y he ahí su importancia) expresa claramente que lo que está muerto no necesariamente se mantiene muerto. Por otro lado, sabemos que David (el narrador) está drogado mientras nos cuenta esta historia, lo que lo convierte en un narrador de dudosa confiabilidad.

Lo divertido de John Dies at the End es que John y Dave ven cualquier tipo de barbaridades gracias al viaje alucinógeno que provoca la salsa. Todo es tan confuso que lo mejor es dejarse llevar por la ola y disfrutar de lo bizarro que presenta esta historia.


 Esto es lo menos extraño que sucede en la película... en serio...

Me gusta cómo las líneas entre lo real y la fantasía son lo suficientemente difusas como para que nunca estemos seguros de si lo que vemos está ahí o no. En un momento dado, un detective afirma que las cosas son reales y no reales al mismo tiempo, que hay Demonios del Infierno cerca nuestro, pero que nunca vemos, de igual forma que existe alguna radio, en algún lugar, pasando música de jazz que nadie escucha.  (El viejo debate de si hace ruido un árbol que cae sin que nadie pueda escucharlo. ¿Existe algo que nadie puede ver, sentir o experimentar realmente?).

Un viaje lisérgico que homenajea al terror

La soy sauce es te permite abrir los ojos a cosas que nadie más ve: cucarachas gigantes, seres interdimensionales, etcétera. En este sentido, la película recuerda a obras de David Cronenberg como Naked Lunch (que ya reseñé en el blog), Videodrome y ExistenZ. Otras películas del director Don Coscarelli –particularmente Bubba Ho Tep (o, de hecho, cualquier otra película que protagonice Bruce Campbell) comparten temáticas similares.


Lo que Coscarelli busca acá es desorientarte. La metáfora filosófica del principio no te lleva absolutamente hacia ningún lado, los de cabeza rapada no cumplen ningún rol en la trama principal de John (Chase Williamson), la narrativa más o menos linear se ve interrumpida constantemente por llamadas telefónicas del pasado o del futuro.

Cuestiones sin sentido ocurren a lo largo de toda la película, con secuencias completamente sacadas de la narrativa que venimos viendo y que dejan al espectador con una desconcierto enorme.

Pero más allá de todo lo raro, John Dies at the End está llena de las marcas de la mitología popular del terror: posesiones alienígenas, psíquicos, zombies, sociedades secretas. Es como una cruza entre los Expediente Secretos X y Buffy la Cazavampiros. Creo que más que una parodia del género, es un gran homenaje.

A medida que progresa, nos vamos introduciendo a cosas que harían la misma cabeza de Franz Kafka estallar. Momentos WTF, referencias a otras películas (Eyes Wide Shut, por ejemplo, o Carretera Perdida, de David Lynch).

La película puede ser confusa por momentos (y, de hecho, lo es) pero yo lo veo diferente.

Coscarelli utiliza una narrativa desconcertante para volver el relato más ambiguo, y no tiene el deseo de guiar al estúpido y pasivo espectador por todo lo que va sucediendo. 

Prefiere que quien esté prestando atención pueda divertirse con las referencias al género del terror y no va lleva de la mano a su audiencia como si fuera un nene de 4 años. Ataca la fuente original brindando una impronta propia que es tan tóxica como la historia misma. John Dies at the End es un relato picaresco, lleno de rarezas y extraños incidentes, que es indudablemente donde reside su mayor atractivo.

You don’t choose the soy sauce,
the soy sauce chooses you.”

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2 comentarios:

  1. Conocía esa paradoja, pero como el hacha de Rivadavia. Pero es la misma historia del hacha.
    Lo de la salsa que expande los sentidos, permitiendo ver seres de otra dimensión, podría ser algo planteado por Philip Dick.
    Me gusta eso de las referencias a X-Files y Buffy la cazavampiros.
    Y vi la del neumatico asesino. Así que podría buscarla por Internet.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Ahh... la vieja hacha del abuelo Rivadavia (no las hojas, el verdadero tipo): tuvo cinco nuevas cabezas y seis nuevos mangos pero aun es la misma vieja hacha.

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