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jueves, 24 de marzo de 2016

El sci-fi argentino en el cine


Argentina tiene una rica historia en obras de ciencia ficción, pero no específicamente en el cine. Novelas como “La invención de Morel” (que ya reseñé en el blog) o los textos de autores como Alejandro Alonso (“La ruta a Trascendencia” es genial), Ana María Shua y Alberto Laiseca han recibido gran reconocimiento de la crítica.

Mientras que, en materia de cómics, “El Eternauta” (de Oesterheld) es la gran historieta de ciencia ficción argentina, la revista digital Axxón (una de mis favoritas) recopila a grandes autores argentinos de fantasía y sci-fi.

Jorge Luis Borges nunca fue específicamente un autor de ciencia ficción, aunque algunos de sus relatos podrían caer dentro de esa categoría. Entre ellos, a lo mejor, está "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", aquel delirio casi existencial que nos habla de un mundo imaginario en el cual se convertirá la Tierra en algunas pocas generaciones.

Borges se interesó por este género y hasta llegó a escribir el prólogo de Crónicas Marcianas (de Ray Bradbury) para la edición de Minotauro de 1955, uno de los primeros ensayos “críticos” argentinos sobre una novela de ciencia ficción.

En el cine, sin embargo, Argentina se quedó un poco detrás, y no es especialmente recordada por su participación en el género. Existen, de todas formas, algunas producciones para destacar o que, simplemente, son demasiado curiosas como para dejarlas pasar.


Se comenta que la primera película de ciencia ficción en la Argentina apareció en 1942. Se trata de “Una luz en la ventana”, de Manuel Romero que también contiene elementos de terror. Está completa y disponible en Youtube. El protagonista es un científico con acromegalia (aumento de tamaño en manos, pies, etc.) a la espera de un trasplante.

También en blanco y negro, aunque más actual, es “La Antena” (2007), una película que tuve la suerte de encontrar por casualidad y que me voló la cabeza. 

Esta obra del director Esteban Sapir se encuentra entre mis preferidas de todos los tiempos.

Funciona como una suerte de reinterpretación de “Metrópolis” (1929), la célebre película de ciencia ficción perteneciente al expresionismo alemán. En este caso estamos ante una ciudad gris a la que se le quitó el habla. El responsable es un gánster poderoso. Un ex empleado de un canal de TV intentará evitarlo, al mismo tiempo que protege a un chico que parece ser el único con la capacidad de emitir palabras.

Es una historia estéticamente impresionante (para el cine argentino) que se trabaja como un policial negro. 

Tiene cosas muy locas, como las onomatopeyas que salen disparadas de los rifles cuando los criminales disparan.

Debido a las limitaciones económicas, y los desafíos técnicos y visuales que suele presentar el género, el sci-fi argentino siempre prefirió plasmar historias más existenciales e introspectivas, antes que espectaculares shows visuales como los americanos.

Así surgieron pequeñas películas de culto que son verdaderamente grandiosas. “Hombre mirando al sudeste” (1986), de Eliseo Subiela, es una de ellas. Si bien esta historia no es puntualmente de ciencia ficción, tenemos a un hombre que afirma ser un mensajero de otro planeta y algunos eventos inexplicables que ocurren dentro de un hospital psiquiátrico.

Ya hablé de esta película en su momento y del infame plagio americano que sufrió cuando se produjo “K-PAX”, con Kevin Spacey.

Del mismo estilo introspectivo son “Moebius” (1996), de Gustavo Mosquera e “Invasión” (1969), de Hugo Santiago. La primera es el misterio de un tren subterráneo que desaparece, con 30 pasajeros a bordo, de la noche a la mañana. Si bien es una remake de una cinta alemana de 1993, en Argentina funciona especialmente por su valor simbólico (el leit motiv de las películas post- años ´70 es, indiscutiblemente, las secuelas de la dictadura militar).

La segunda, Invasión, es una gema escondida. Aunque admito que me resultó pesada por momentos, no puedo negar su atractivo estético. Se trata de un guión co-escrito por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges (es decir: por Bustos Domeck). 

La musicalización contiene tangos de Aníbal Troilo y está localizada en una ficcional Aquilea, un Buenos Aires laberíntico y con un aire indudablemente borgiano. Los habitantes buscan impedir una invasión –que recuerda a la Guerra de Troya– de seres que se visten y comportan como nosotros.


Invasión es genial por su carácter simbólico y estético, pero puede llegar a ser bastante bodrio, sinceramente hablando. Ambas se encuentran disponibles en Internet para ver online.

Tengo que ver todavía “La sonámbula” (1998), de Fernando Spiner, que es considerada entre las mejores del género también. Relata una historia en un futuro incierto de Buenos Aires futurista, con referencias a esa película gigante que es Brazil (1985), de Terry Gilliam.

Como es de esperarse, simultáneamente existió una gran cantidad de cine de ciencia ficción bizarro o “clase B” en Argentina. Son películas muy curiosas que uno puede encontrarse en canales como I-SAT.

Por ejemplo, tenemos nuestra propia versión de Dr. Jekyll y Mr. Hyde (“El extraño caso del Hombre y la Bestia”, 1951, Mario Soficci). Lo más loco es que se argentinizaron los nombres de los protagonistas, así que tenemos a Enrique Yequil y Eduardo Jaid.

Plaga Zombie” (1997, Pablo Parés) es un poco más actual y fusiona el terror con la comedia. Hay que tener cuidado, porque  es de bajísimo presupuesto. Sin embargo, todavía mantiene su status de culto, particularmente entre los fanáticos del cine gore.

Varios años antes, en 1965, hubo otra invasión similar. “Extraña invasión” fue una coproducción con Estados Unidos donde una enigmática  interferencia que comienza a producirse en las señales de TV convierte a los espectadores en zombies. Los años siguientes se caracterizaron por la aparición de cine berreta que ridiculizó al género y, ocasionalmente, tuvo varios toques de erotismo. 

Se podían ver muchas de esas películas en el programa de los cuervos (Cine Zeta) de I-SAT.

Sí me parece más atractivo, y todavía no me pude sentar a ver, el trabajo de Eliseo Subiela en “No te mueras sin decirme adónde vas” (1995), donde un científico es el fabricante de una máquina para visualizar sueños, pero lo que termina encontrando es a un fantasma del cual se enamora.


Así que quizás no haya gran variedad de películas sci-fi de origen argentino, pero creo que hay algo para cada tipo de fan del género. Particularmente, yo recomiendo revisar “La antena” y “Hombre mirando al sudeste”, dos de las mejores producciones argentinas que alguna vez se hicieron en mi país.

¡Hasta la próxima!
               
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4 comentarios:

  1. Leo a Borges, por eso lo demiurgo. Tenía una desconfianza de lo tecnico, Llegó a recomendar andar en escalera, en lugar de ascensor, por estar completamente inventada. Tal vez eso la haya alejado de la CF. Pero el relato que citas me recuerda a Philip Dick por eso de la falsificación alteración de la realidad. Funes el memorioso fue considerado en no recuerdo que número de Axxon como CF, siendo el protagonista un mutante.
    La trama celeste es un claro ejemplo de CF, sobre mundos paralelos, siendo las maniobras de un piloto de pruebas la forma de viajar entre esos mundos. En uno de los cuales sigue existiendo Cartago, el mundo de la enfermera Iddibal.

    Hombre mirando al sudeste sería una gran película sin la escena de los cadaveres flacidos bajando por la escalera. Y creo que plantea la ineptitud del medico al no reconocer que hay algo extraño en Rantes.

    No te mueras...me pareció una gran película.Aunque sería mejor omitiendo el final con la reencarnación de un personaje. Habría sido mejor un poco de de incertidumbre.
    Pero me enamoré aun más de Mariana Arias.

    Moebius, basada en Un subterraneo llamado Moebius, cuento deA. J. Deustsch, es una gran película. Pero rechazo que tenga ese simbolismo. Cuando claramente se extrapola un principio científico, la cinta de moebius, una figura planteada por la topologia. Yo he pasado algun rato haciendo cintas de moebius, que tienen un solo lado. La película como el cuento lo lleva al tema de los mundos paralelos-

    Añadiría Condor Crux, una película de animación.

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    1. Uf, qué loco. ¡Sabía de Condor Cruz, pero es una de las que debo!
      Me encanta cómo siempre le meter mucho color a tus comentarios, agregando info que completamenta y agrega.
      ¡Saludos!

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  2. Que capo el Demiurgo! Siempre un paso adelante, siempre on line
    Iba justo a comentar sobre Condor Crux.
    Algún día alguien tiene que hacer justicia con Eliseo Subiela, no le pueden chorear tanto. Recuerdo que en "hombre mirando al sudeste" hay una referencia a "La invensión de Morel". Hasta en eso le chorearon, jaja, recuerden que sucede en Lost.
    Tomo la recomendación de La Antena, suena interesante

    Abrazo!

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    Respuestas
    1. Cómo olvidar a Sawyer leyendo a Adolfo Bioy Casares. Creo que fue uno de los pocos momentos verdaderamente épicos de la olvidable LOST.
      ¡Mirate La Antena! Es tremenda.

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